Yo... no sé escupir
Ya sabíamos que el monstruo solo era débil contra la saliva,
pero no podíamos acercarnos lo suficiente como para chuparle. Estábamos
encerradas en nuestra habitación, en posición defensiva por si venía la
horrenda criatura. Esperamos y esperamos a escuchar algo, pero no se oía nada.
Entonces como ya no escuchábamos nada, nos relajamos y
empezamos a intentar dar con la manera de matarle. Después de estar una hora compartiendo
ideas de cómo hacerlo, dijo Sara:
-Podemos escupirle, así le atacamos a distancia.
Yo la miraba
avergonzada, me preguntó que qué me pasaba y la dije:
-Yo… no sé escupir.